EUROPA
PRESS
21 marzo
2017
Investigadores del Centro Médico de la Universidad de Columbia
(CUMC, por sus siglas en inglés), en Estados Unidos, han descubierto una
variante genética común que afecta en gran medida al envejecimiento cerebral
normal, comenzando alrededor de los 65 años y que puede modificar el riesgo de
enfermedades neurodegenerativas.
Los
hallazgos, detallados en la edición digital de 'Cell
Systems', podrían apuntar hacia un nuevo biomarcador
para evaluar intervenciones antienvejecimiento e indicar nuevos objetivos
potenciales para prevenir o tratar trastornos cerebrales asociados a la edad,
como la enfermedad de Alzheimer.
"Si
nos fijamos en un grupo de personas mayores, algunos parecerán más viejos que
sus compañeros y algunos se verán más jóvenes --explica el colíder del estudio
Asa Abeliovich, profesor de Patología y Neurología en
el Instituto Taub para la enfermedad de Alzheimer y
el envejecimiento del Cerebro en CUMC--. Las mismas diferencias en el
envejecimiento se pueden ver en la corteza frontal, la región del cerebro
responsable de los procesos mentales superiores. Nuestros resultados demuestran
que muchas de estas diferencias están vinculadas a las variantes de un gen
llamado TMEM106B. Las personas que tienen dos malas copias de este gen
presentan una corteza frontal que, por diversas medidas biológicas, parece 12
años más vieja que los que tienen dos copias normales".
Los
estudios han identificado genes individuales que aumentan el riesgo de varios
trastornos neurodegenerativos, como la apolipoproteína E (APOE) para la
enfermedad de Alzheimer. "Pero esos genes explican sólo una pequeña parte
de estas enfermedades --señala el colíder del estudio Herve
Rhinn, profesor asistente de Patología y Biología
Celular en el Instituto Taub--. De lejos, el
principal factor de riesgo para la enfermedad neurodegenerativa es el
envejecimiento, algo que cambia en el cerebro a medida que envejecemos, lo que
nos hace pensar: '¿qué, a nivel genético, está llevando a un envejecimiento
cerebral saludable? ".
En el
trabajo actual, los doctores Abeliovich y Rhinn analizaron datos genéticos de muestras de autopsias
de cerebro humano tomadas de 1.904 personas sin enfermedad neurodegenerativa.
En primer lugar, los científicos examinaron los transcriptomas
de los sujetos (los productos iniciales de la expresión génica), recopilando
una imagen promedio de la biología cerebral de las personas a una edad
concreta. A continuación, se comparó el transcriptoma
de cada persona con el transcriptoma promedio de
personas de la misma edad, buscando específicamente alrededor de 100 genes cuya
expresión estaba elevada o disminuida con el envejecimiento.
Una variante genética que tiene efecto a los
65 años
A
partir de esta comparación, los investigadores derivaron una medida que llaman
envejecimiento diferencial: la diferencia entre la edad aparente (biológica) de
un individuo y su edad verdadera (cronológica). "Esto nos dijo si la
corteza frontal de un individuo parecía más vieja o más joven de lo
esperado", explica el doctor Abeliovich, que
posteriormente buscó con su equipo el genoma de cada individuo, con el fin de
hallar variantes genéticas que se asociaron con un aumento en la edad
diferencial.
"Destacó
una variante: TMEM106B -subraya Rhinn--. Es muy
común: alrededor de un tercio de las personas tiene dos copias y otra tercera
tiene una copia". "TMEM106B comienza a ejercer su efecto una vez que
la gente alcanza la edad de 65 años -añade Abeliovich--.
Hasta entonces, todo el mundo está en el mismo barco, y luego hay algo que
podría definirse como estrés que entra en juego. Si tienes dos buenas copias
del gen, respondes bien a ese estrés. Si tienes dos malas copias, tu cerebro
envejece rápidamente".
Los
investigadores encontraron una segunda variante --dentro del gen de la progranulina-- que contribuye al envejecimiento cerebral,
aunque menos que TMEM106B. La progranulina y TMEM106B
se encuentran en diferentes cromosomas, pero están involucrados en la misma vía
de señalización y ambos se han asociado con una enfermedad neurodegenerativa
rara llamada demencia frontotemporal.
El
estudio no abordó el papel que podrían tener las dos variantes genéticas en las
enfermedades neurodegenerativas. "Estábamos estudiando individuos sanos,
por lo que no se trata de la enfermedad, per se
--matiza Abeliovich--. Pero, por supuesto, es en el
tejido sano donde se comienza a contraer la enfermedad. Parece que si tienes
estas variantes genéticas, el envejecimiento del cerebro se acelera y aumenta
la vulnerabilidad a la enfermedad cerebral y viceversa: si tienes enfermedad
cerebral, la enfermedad acelera el envejecimiento cerebral. Es un ciclo
vicioso".